Por Gustavo López Padilla*
Entre las mezclas de usos del suelo que constituyen los tejidos de las ciudades contemporáneas, el porcentaje de lo que tiene que ver con el uso de viviendas, generalmente oscila entre un 55% y un 65 % de su territorio. Dos grandes tipologías de viviendas constituyen este uso del suelo: viviendas unifamiliares y viviendas colectivas, existiendo en ambas un rubro que identificamos como vivienda social, a partir de los grupos socioeconómicos que las habitan y en nuestro país, son aquellos que cuentan en sus percepciones económicas con entre uno y tres o cuatro salarios mínimos. Desde mediados de los años veinte, hasta inicios de los años ochenta del siglo pasado, preferentemente fue el estado mexicano, quién se ocupó de la promoción, regulación y dirección de los proyectos de vivienda social, con la participación de la iniciativa privada, sobre todo en lo que se refería a la construcción de estas viviendas. A partir de los años ochenta del citado siglo XX, las cosas cambiaron y se dejó en buena medida a los intereses particulares de la iniciativa privada, con pocas regulaciones por parte del estado mexicano, la realización de proyectos y obras de esta llamada vivienda social, lo que se tradujo en un deterioro en las calidades urbanas y arquitectónicas resultantes de estos proyectos.
El equipo de diseñadores Sánchez Arquitectos y Asociados, constituido por Luís Sánchez Renero, Félix Sánchez Aguilar, Gustavo López Padilla y Fernando Mota Fernández, ha participado en diferentes épocas en la realización de proyectos de vivienda social y entre ellos se puede identificar el llamado Conjunto Habitacional Centenario, promovido por Banobras, realizado en el año 1978, ubicado al sur poniente de la ciudad entre las calles 5 de mayo, Centenario y Mejía Delgado, en la colonia Merced Gómez, Alcaldía Álvaro Obregón, en esta ciudad de México, constituido por 160 viviendas. En términos urbanos, el contexto preexistente donde se ubica el conjunto, está calificado por un tránsito intenso, continuo, en las tres calles a las que da frente la propuesta de diseño, a lo que se suman paramentos arquitectónicos continuos y poco ordenados que definen estas calles, con poca calidad en lo que se refiere a su imagen urbana, lo que resulta que transitar a pié por el lugar y sus alrededores no es una experiencia necesariamente gratificante. De las consideraciones anteriores, el planteamiento proyectual fundamental del conjunto, consistió en procurar una vida interna, que propiciara las mejores relaciones de convivencia comunitaria entre los posibles habitantes del lugar, lo que se tradujo en definir un espacio entre plaza y jardín central, con corredores peatonales perimetrales, en torno a los cuales se desplegara la composición de los diferentes elementos de programa solicitados.
En el tiempo en que se desarrolló el proyecto y se realizó su construcción, existían para la ciudad de México, una serie de reglamentos de ordenación de los diseños, regulados estrictamente por el gobierno de la ciudad, entre los que se incluía considerar la mezcla de distintos usos del suelo, que debían formar parte de las propuestas de conjunto. Había que considerar el incluir, en relación al número de viviendas a edificarse, zonas de comercio, espacios educativos y algo de salud. Adicionalmente se debía dejar una parte del terreno original, con un frente mínimo de 18 metros hacía alguna de las vialidades principales, con la finalidad de que el propio gobierno de la ciudad, pudiera construir en ese terreno, equipamientos adicionales complementarios que sirvieran no solo al conjunto de vivienda que se iba a construir, sino que beneficiara a toda la comunidad circundante al mismo. Lamentablemente estas normas obligatorias de mezclas de usos y equipamientos quedaron en el olvido y hoy en día ya no operan, en detrimento de las calidades de vida y habitables, en las actuales propuestas proyectuales de conjuntos de vivienda social.
En el conjunto que ahora nos ocupa, el contar el terreno con dos vialidades importantes y una secundaria, permitió plantear que la zona de estacionamientos requeridos, se pudiera ubicar en su totalidad en una de esas dos vialidades mencionadas, contando con tres niveles útiles, aprovechando para su acceso el desnivel existente en el terreno, que corre de oriente a poniente. El estacionamiento se ubicó entonces sobre la calle de 5 de mayo y la entrada principal, peatonal y comunitaria al conjunto se propuso sobre la ave. Centenario. Lo anterior definió una separación clara entre el movimiento y estacionamiento de los automóviles y la vida peatonal, segura, en el resto del conjunto, privilegiando desde luego el espacio central, plaza jardín, donde pueden convivir todos y en particular las gentes mayores, las señoras y los niños. La zona propuesta de comercios, educación y salud requeridos, dan frente y están abiertos hacia la ave. Centenario, con la posibilidad, sobre todo en lo referente a los comercios, de que los vecinos de la zona pudieran acceder a ellos y no solo los habitantes del conjunto.
El área útil del terreno es de 9,975.00 m2, casi una hectárea. De los estudios resultantes se planteó entonces edificar 160 viviendas, lo que resulta en una densidad media construida de 160 viviendas por hectárea, con una población total de 768 habitantes. Del área del terreno disponible 100 %, el área de desplante de las viviendas ocupa el 24 %, el estacionamiento estructurado (184 autos) el 17.80 %, entre equipamiento y comercios 4,77 %, el área de donación para la ciudad 10 % y el restante 43.43 %, 5,64 m2 por persona, lo constituyen los patios, jardines privados y las zonas verdes centrales. Descontando el área de ubicación de los estacionamientos y la de donación, la ubicación de los edificios resultantes de vivienda y sus equipamientos, se despliegan volumétricamente ocupando las zonas perimetrales del terreno, definiendo así la zona central de espacio abierto, en donde además se ubican las zonas de juego para niños. Las 160 viviendas están constituidas por doce edificios de cinco niveles y dos mas de diez niveles cada uno. Los edificios de cinco niveles cuentan cada uno con diez departamentos y los de diez niveles con 20 viviendas cada uno.
Planteando una combinación de distintos tipos de departamentos para diferentes niveles socio-económicos, en los edificios de cinco niveles, seis de sus departamentos se disponen en un solo nivel y los cuatro restantes son de dos niveles cada uno, a manera de casas verticales en altura. En los departamentos ubicados en los edificios de diez niveles, todos se despliegan en un solo nivel. Los departamentos cuentan con entre 80.00 m2 y 120.00 m2 construidos. Vale la pena anotar, que estas áreas de los departamentos, corresponden a un México que se nos ha ido, en donde la economía mostraba signos de fortaleza y desarrollo y se podían edificar conjuntos de vivienda social de esta naturaleza. Hoy en día económicamente estamos lejos de aquellas posibilidades.
Siguiendo criterios racionalistas, con ecos lecorbusianos, retomando las propias experiencias previas del Conjunto Integración Latinoamericana del año de 1976, se buscó mediante formas geométricas simples y regulares, pero con manifestaciones volumétricas expresivas, (con base en remetimientos, juegos de claroscuros, combinaciones de materiales, texturas y colores), claridad funcional en lo que se refiere a la operación cotidiana de las disposiciones programáticas de los departamentos, pudiendo identificar o leer en fachada cada tipo de departamento y nítidamente sus zonas públicas de estar y comer, privadas para dormir y de servicios. En lo que tiene que ver con los planteamientos de conjunto se despliegan secuencias espaciales graduales, que transitan desde el espacio público, las calles urbanas perimetrales y la plaza de acceso, pasando por lugares semipúblicos, los corredores peatonales interiores y el espacio central del conjunto, hasta llegar a los ámbitos propiamente privados de cada uno de los departamentos.
En términos constructivos, se utilizaron materiales y procedimientos tradicionales, básicamente muros de carga y losas prefabricadas de concreto armado, destacando la posibilidad de que en los edificios de cinco niveles y en los estacionamientos, sus muros de fachada estén definidos mediante muros de tabique rojo recocido, en aparejos de 21 cms., combinados con algunos paramentos de concreto liso, lo que permite una plástica interesante, atractiva y que otorga personalidad al conjunto en su totalidad. Contribuyen a lo anterior, en la zona central del conjunto, algunos muros exteriores realizados con piedra volcánica braza. Materiales todos en su condición aparente, lo que se traduce en durabilidad y bajos costos de mantenimiento. La mano de obra empleada en la construcción de este proyecto, muestra una condición semi-artesanal, con algunos componentes industrializados. El conjunto en su momento impulsó y contribuyó a consolidar edificios de vivienda social, caracterizando una imagen urbana reconocible en la zona. Han transcurrido 45 años desde su inauguración hasta nuestros días y el Centenario ha ido envejeciendo con dignidad. Las gentes que lo habitan lo han vuelto suyo y en la medida de sus posibilidades lo cuidan y mantienen.
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