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Aguascalientes. Domingo 12 de marzo 2023. Cuarto festejo novilleril en la Plaza de toros San Marcos, media entrada. Se lidiaron astados de Monte Caldera desiguales en presentación y juego, la gran mayoría con poca fuerza. Destacó el lidiado en cuarto sitio que fue bueno y recibió un indulto exagerado.
Daniel Prieto: Oreja y dos orejas y rabo simbólico después del indulto.
Bruno Aloi: Oreja y oreja
Andrés García: Oreja y oreja
El primer astado de la tarde provocó el miedo ya que luego de haber sido anunciado, se escapó de los toriles y recorrió parte del callejón provocándole una grave cornada que le atravesó el muslo derecho al monosabio José de Jesús Medina, de inmediato fue trasladado al hospital. Al cierre de esta crónica por redes sociales se solicitaba donadores de sangre para el monosabio a quien se reporta estable.
Si nuestros ojos miraran por primera vez un festejo taurino, ¿qué veríamos? ¿Qué sentiríamos? ¿Qué experimentaríamos? Según lo vivido hoy en la San Marcos. Aquello parecería un conjunto de colores y formas extrañas, en un ir y venir de emociones, lo acontecido hoy en el coso centenario tuvo el carmesí de la sangre derramada, el añil de la serenidad en las yemas de los dedos, el gualda de la alegría y el negro azabache de las desacertadas premiaciones desde el biombo de la autoridad.
En fin, un caleidoscopio de sentires, movimiento de cristales y matices que si le observáramos a contraluz por vez primera nos dejaría curiosos, pero intrigados.
Muchas vueltas a los prismas desorientan a cualquiera, quizá eso le pase al señor juez de plaza, Matador en el retiro César Pastor, quien insiste en repartir orejas por aquí por allá y por acullá, ahora hasta indultos otorga empeñado en convertirse en el pañuelo más fácil de los últimos años.
¡Venga seriedad señor Juez! Que al mínimo toc, toc, toc en la puerta de las peticiones está dispuesto a dejar entrar a la lisonja y repartir espejos en lugar de oros.
De que hubo cosas interesantes en el ruedo sí que las hubo, destacó la alegría y conexión con el tendido del primer espada Daniel Prieto oriundo de esta tierra quien recibió al primero del festejo un novillo de embestida fuerte que ya había provocado lesiones graves en el callejón al escaparse de toriles.
Lances a la verónica y remate con media mirando al tendido, fuerte encuentro en el caballo en el que cumplió. Gaoneras lucidas y la mirada del burel peligrosa hacia los muslos del novillero. Cubrió con entusiasmo el segundo tercio, atinado y provocando los lauros en los cuarteos por ambos lados y el violín, despertando las dianas y las palmas.
Con la tela roja doblones sabrosos de tablas a medios, cambios de muleta y los remates de pecho que gustaron. Siempre llevándolo a media altura por derecha, logrando templarle en ocasiones y otras el burel levantaba los pitones en el último tiempo de la muleta.
Ya el novillo con mayor debilidad y el joven hidrocálido pasándolo por derecha y rematando con el pase de pecho, gozándolo y haciéndolo notar a la afición. Prieto tiene eso que pocos tienen, la conexión con el público que no se consigue tan fácil. Prosiguió por naturales ya sin mucha respuesta del astado.
Al final manoletinas ante el latente peligro proveniente del pitón derecho. Lo bien hecho no se remató con acero, mató de tres cuartos de espadazo caído, trasero y tendido y el juez comenzó la danza de cristales, otorgando la primera oreja.
Al cuarto de la tarde Daniel Prieto lo recibió rodillas en tierra en el centro del redondel para pasárselo con larga cambiada, luego repetir la dosis al hilo de las tablas. El novillo cumplió en varas, fue brioso, en un principio metía bien la cabeza y se revolvía pronto. Nuevamente Prieto cubrió las banderillas con alegrías y buena ejecución, ganándose los aplausos.
Llegado el tercio final se puso de hinojos en el centro del ruedo, el astado se arrancó de largo para que el novillero lo pasara por la espalda y rematarlo por alto emocionando al graderío. De pie y por derecha lo paso en la primera tanda, aun sin templarlo del todo, el astado tuvo calidad en la embestida, pero le bajaba un poco la mano por izquierda y doblaba constantemente.
El joven hidrocálido tiene arrojo, apenas comienza su carrera y habrá que pulirle los detalles. La gente comenzó a pedir la pelea de gallos, vino la excesiva festividad, Prieto consiguió algunos en redondo muy coreados para rematar con el de pecho y proseguir con joselillinas.
Unos cuantos comenzaron a pedir el indulto a toda vista exagerado, el juez no se tardó en sacar el pañuelo verde y las protestas fueron muchas. Si Prieto hubiera continuado su labor hasta matarlo correctamente, el triunfo se hubiese multiplicado en matices de colores vibrantes solo para él.
Quien tiene finura y elegancia es, Bruno Aloi, el joven novillero dejó buenos momentos en las retinas del espectador. El primero de su lote fue un astado que buscó pelea en los burladeros y empujó en las varas. Aloi quitó por tafalleras, caleserinas y revoleras.
De muleta comenzó por bajo llevándoselo a los medios, tanda por derecha el cambio por delante y el remate de pecho para voltear a él las miradas. Luego había que cuidarle mucho porque en cuanto le bajaba la mano le escaseó la fuerza, además pendiente de su cuerpo, el novillero aguantándole en la cara, quedándose, sereno y sin aspavientos, todo en un palmo, provocando el sudar de las manos.
Cambiándole los terrenos, cruzándose, pensando en la cara del toro, la muleta en la cara y las zapatillas firmes en la arena hasta que lo levantó por los aires sin que pasara del sobresalto, regresó a la cara con carácter para cerrar con joselillinas, firmando con serenidad ante la adversidad. Lástima que falló con la espada, dejó estocada entera caída y se le entregó una oreja.
El quinto del festejo comenzó rematando en los burladeros, le dieron poquita vara y aun así la debilidad le imperó en toda la labor. Aloi quitó por chicuelinas a manos bajas con estilo y detalles toreros al soltar la punta del capote.
Con la muleta doblones artísticos ante la poca embestida, por derecha contados fueron los muletazos suaves, puesto que había que llevarle muy cuidado así que pocas fueron las gotitas de miel, ya ante un astado completamente pegado a tablas el novillero insistió en sacarle los pocos muletazos que tenía, al final rodillas en tierra justificándose.
Despachó con pinchazo arriba y estocada entera, tendida y caída. Cuando todo parecía que todo quedaría en una sentida y valorada salida al tercio, otra vez el Juez en visión borrosa, sacando un pañuelo blanco que nadie pidió.
¿Por qué tanta insistencia en confundir a la nueva afición?
Hay veces que el reconocimiento sincero de un público cala más hondo que otorgar un premio que solo servirá para las gráficas.
Expectativa había por ver a Andrés García, y no solo por su parentesco con el Matador Octavio García El Payo si no por ver qué tiene y cómo siente el toreo.
Con el primero de su lote, un astado que fue muy débil con el que García estuvo empeñoso, algunos detalles con la capa y de muleta rodillas en tierra se lo pasó por derecha, luego de pie rematando por alto.
Algunos naturales lentos, el novillo siempre al pendiente del torero, rebrincando y poniendo las cosas complicadas. Prosiguió por izquierda sin conectar con la gente, insistía ante la debilidad dispuesto y empeñoso, pero denotando su verdor. Al final consiguiendo algunos en redondo y las palmas. Mató de entera trasera y ligeramente caída para que viniera la oreja, puesto que ya estaba el juez entrado en gastos.
El último del festejo también mostró poca fuerza, Andrés García con toreros detalles y cambios por delante se lo llevó de las tablas a los medios. El novillo metía la cara, pero doblaba las extremidades. Algunos muletazos por izquierda rematados con el pase de pecho sin conseguir el olé rotundo. Continuó por la diestra, por alto y en redondo en un mismo terreno.
Hubo un momento que le prendió por la pierna derecha sin hacerle daño, regresó a la cara del novillo para plantarse con voluntad. Habrá que verlo ya más curtido y con mayores tablas. Mató de estocada muy trasera, tendida y contraria y a pesar de no ser una labor redonda se le otorgó una oreja más.
Al final del festejo los tres coletas en hombros, quizá algunos se asomen al ojillo y le vean como un triunfo rotundo y colosal, pero si somos realistas y nos quitamos las lagañas veremos que el caleidoscopio nos mostró formas finas, algunas elegantes, otras que apenas con color, démosle la justa medida a lo visto, para evitar multiplicar de más los cristales, confundiendo a la afición con imágenes ilusorias.
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